¿Por qué el vestido de novia es blanco?

Muchas chicas pensamos en el día de nuestra boda desde que somos pequeñas, siempre caminando al altar con un hermoso vestido blanco, pareciera que no hay otra forma de imaginar el tradicional vestido de novia y uno pudiera pensar que esto siempre fue así,  pero la realidad es que la tradición del vestido blanco es relativamente nueva y apenas hace un par de siglos las novias no caminaban de blanco al altar.

En tiempos antiguos el vestido de novia no era un elemento tan importante como actualmente, había otros elementos como las joyas, bordados y arreglos que tenían más importancia y significado según la época y cultura en la que la novia se estuviera casando.

En la antigua roma, las novias se casaban con túnicas que al igual que hoy eran de color blanco, pero el color era relacionado con el dios del matrimonio. Estas túnicas era sencillas, se ataban con un cordón de lana y eran acompañadas con un manto de colores vibrantes como el anaranjado o azafrán.

En la edad media y el renacimiento los vestidos de novia se convirtieron en un símbolo del poder y riqueza de la familia de la novia, y estos eran de colores fuertes con tonos rojizos, púrpuras y azulados, que simbolizaban la riqueza. En esa época las telas teñidas eran sumamente costosas y sólo las clases altas podían darse el lujo de adquirirlas. Además, entre más adornos tuvieran los trajes más importante era la familia.

Hoy en día el blanco se relaciona con la riqueza y la pureza de la novia, pero en el siglo VII el color azul era el que favorito entre las novias ya que representaba el amor eterno y se asociaba a la virgen. Colores como café, gris y verde representan pobreza y miseria.

Con el paso de los años las tonalidades en los vestidos de novias fueron cambiando, y para el siglo XVII las clases altas preferian tonos pasteles, como rosas y amarillos, acompañados con bordados de oro y plata.

Fue hasta el siglo XIX que el color blanco se convirtió en toda una tradición. En 1816 la princesa Carlota Augusta de Gales, contrajo nupcias con un hermosos vestido blanco con algunos detalles en dorado, el cual hasta el día de hoy se conserva en un museo de Londres.

Sin embargo no fue hasta 1840, que el vestido blanco se volvería toda una tradición cuando la Reina Victoria camino al altar con un vestido blanco de falda apompada y el clásico velo, acompañado de una larga cola, un estilo que se volvió una tendencia que hasta hoy en día se encuentra entre los favoritos de las novias y en toda una tradición.